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En este blog comparto en primera persona cómo fue mi salida de España, qué me llevó a ello y como conseguí llegar a mi primer destino: Las Islas Maldivas. Tras un par de años de idas y venidas, mil aventuras y muchos sentimientos encontrados, mudarme a Australia se convierte en mi siguiente meta. Mi historia de amor y la superación a mí misma me llevan a concluir una maravillosa etapa en Sydney, y tras pasar por Singapur y España comienzo una nueva vida en Shanghai, China.

Esta es mi historia, es mi propia experiencia, y viajar por todo el mundo se ha convertido en mi día a día. En este blog narro viajes, aventuras y los itinerarios que he seguido, siempre elaborados por mi misma. Espero que os guste mi aventura por el mundo... y recuerda: ¡que no te lo cuenten!

Ahi te dejo Maldivas ...



Anuncié oficialmente que me marchaba a finales de abril, pues en el resort durante la semana santa no damos a basto con el trabajo y a fin de cuentas yo no tenía ninguna prisa, más que las ganas de irme y tener una vida normal donde poder comer, poder tomarme una coca cola con mis amigos, no tener que cubrirme las rodillas y los hombros para salir de casa, y no estar a 10.000 kilómetros de la persona que amaba mas que a mi vida. 

Fueron días de muchísimo trabajo, después de mi jornada de unas diez horas o a veces más trabajando, me iba a cuidar niños, ya que nuestros clientes en su mayoría viajaba en familia por aquellas fechas debido a las vacaciones del colegio. Estaba agotada física y mentalmente, pero a la vez feliz y muy ilusionada porque antes de llegar a España iba a visitar algunos países del sudeste asiático y Emiratos Árabes... todo estaba en marcha y la cuenta atrás había empezado. 

Lo más duro iba a ser despedirme de Kin, mi jefa, de Iryna mi compañera de piso y amiga y de Karen, mi amiga española. Por supuesto que tengo muchos más amigos en las islas pero ellas tres, junto con Alex, el alemán, significan muchísimo para mí y esta experiencia.


A lo largo de la vida he tenido buenos, muy buenos y jefes verdaderamente sorprendentes... pero tengo que decir que Kin es una de las personas mas trabajadoras que he conocido nunca y de una grandísima calidad humana, inteligente, competente y eficiente donde las haya... a la que siempre, le estaré agradecida por todo lo que ha hecho por mí y he aprendido junto a ella.



Recuerdo cuando llegué al principio como ella me explicaba las cosas casi con mímica porque yo no era capaz de hablar nada de inglés. Ella tuvo una paciencia admirable y capacidad para enseñarme prácticamente todo lo que aquí he aprendido. 
Un enorme GRACIAS le regalo y es para mí un placer haber compartido este tiempo con ella. 



Con Karen desde el principio ha sido como una vía de escape. Ambas nos desahogamos mutuamente y nos contábamos nuestras batallas en el trabajo o a nivel personal casi cada día. Al no trabajar en la misma empresa, siempre teníamos cosas que comentar o criticar de unos o de otros porque al final, trabajamos juntos y nos necesitamos mutuamente. 



Ella es la persona con la que probablemente me haya reído más durante mi estancia aquí, con la que siempre me he sentido cerca y apoyada, a la que quiero muchísimo y a la que considero una de las mejores amistades que he hecho en la vida.


Y de Iryna... podría decir mil cosas o quedarme callada. Una chica dulce, de buen corazón, trabajadora y sensible como una rosa... a la que se puede herir muy fácilmente. Confiada e inocente, lista y prudente. 



Ella también tuvo un papel muy importante en mi aprendizaje con el inglés. Gracias a Iryna disfruté mucho de mi trabajo, entendí cosas absurdas de este país y el tiempo libre que teníamos juntas lo pasábamos compartiendo increíbles momentos que me llevaré siempre conmigo. Sin ninguna duda volveré a reencontrarme con ella y ojalá pudiese enseñarle España y hacer que disfrute de nuestro país y nuestras buenas cosas.

Durante las últimas semanas en Maldivas intenté aprovechar al máximo el tiempo que me quedaba después de trabajar, que era prácticamente nulo. Pero aún pude ir a hacer un crucerito donde buscábamos delfines, que dicho sea de paso, no vi ninguno; visité una de las islas locales donde la mayoría de los maldivos tienen a sus familias y donde realmente pude ver como ellos viven de verdad, donde van al colegio, como cocinan o como barren las calles, y un sinfín de detalles curiosos; hice bastante snórkel; pasé tiempo con mis amigos; y me organicé yo solita un viaje de varias semanas por varios países en el cual viajaría sola y tenía que hacerme una guía con muchos detalles para que no dejar nada en manos de la suerte y que me pillara por sorpresa, lo que podría causarme un disgusto. 

Mi ruta iba a ser salir de Male, la capital de Maldivas, hacia Kuala Lumpur en Malasia; después de unos días allí volar hacia Bangkok y Phuket en Thailandia; Visitar Singapur, donde mi ilusión era ver la piscina infinita más larga y alta del mundo situada en Marina Bay; desde allí volar a Dubai; visitar Abu Dhabi; y aterrizar en mi añorada Madrid a finales de mayo, donde tenía preparada varias bienvenidas a manos de mis amigos y familia. Estaba súper contenta, ilusionadísima y eso era lo que transmitía por cada poro de mi piel. 

Esos días cuando hablaba con mi ex, le propuse hacer el viaje conmigo, pues los hoteles estaban reservados para dos personas siempre y volar dentro del continente es como volar dentro de Europa, es muy barato, los precios son de risa. Lo único que sería un poco más caro sería el vuelo desde España, pero debido a su trabajo me dijo que no podía unirse. No le notaba muy entusiasmado con mi viaje, es obvio que se alegraba por que yo conociera mundo, pero no se, en aquellos días yo lo que notaba es que cualquier cosa que yo hiciera le molestaba. Había algo que no terminaba de encajar, y a lo que yo no le puse demasiada atención porque estaba con la mente en mi viaje y mi vuelta a España. Lo único que se me ocurre añadir, es que en esta vida todo sucede por alguna razón... y la razón de que mi ex no viniese conmigo a hacer ese viaje, a día de hoy ya la he descubierto.

El último día de trabajo, en la reunión que tenemos en mi departamento a las 15:00 cada día, todos estaban con gesto triste, especialmente mi jefa, por no hablar del mío propio. Cuando se trataron los temas que había que tratar, Kin empezó diciendo que aquella era la última reunión para uno de nosotros, y fue cuando todos mis compañeros clavaron sus miradas en mí. Yo no pude evitar bajarla al suelo y llorar como una niña. Estaba nerviosa, tenía muchas emociones encontradas y hasta aquel momento no había sido consciente de la gente que dejaba atrás y de todo lo que aquello había significado para mi. Me habían comprado un libro artesanal donde colocar fotos y mis recuerdos de Maldivas, y cada uno de ellos había escrito un pequeño mensaje. Cuando mi jefa entre lágrimas me dio el turno para que me pudiese despedir, apenas pude darles las gracias a todos y confesarles que les quería muchísimo y que sentía marcharme así pero que probablemente nos volviésemos a ver porque mi historia con Maldivas yo no la sentía acabada. Iryna lloraba muchísimo, nunca la había visto así antes. La abrace y la intenté animar, a lo que se me quejó de no tener apenas fotos conmigo y las dos nos reímos entre llantos. 

Y sin más... con todo listo y las maletas llenas dejé Maldivas a mis espaldas... no sentía que fuese para siempre, pues no estaba 100% de la decisión que había tomado, pero de momento es lo que estaba haciendo y por si acaso, me impregné de su belleza, de sus hermosos paisajes y del azul turquesa de sus aguas. Triste y feliz al mismo tiempo... las islas lloraron conmigo un dulce adiós y yo empezaba mi viaje a la aventura y mi ansiado regreso a España. 


















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