

Despues de comer me di un paseo por la playa, Surín es una zona muy tranquila comparada con otras zonas de Thailandia o incluso de Phuket. En la playa hay mucha oferta de masajes, de servicios de estética y de comida y bebida. Son gente muy trabajadora y servicial y aunque haga un calor infernal, ellos te ofrecen sus productos con una enorme sonrisa y a precios practicamente de risa.



Llegar a Patong fue, ruído agotador, música alta por donde quieras que vas, gente corriendo y gritando de un lado a otro, cientos de chicas ofreciendo sus servicios a todo turista, y una infinidad de puestos de comida, bebida, ropa y souvenirs por todos lados. Sinceramente es una locura, y después de pasar un par de horas inmersa en este caos, comprarme un par de modelitos tirados de precio y algo de comer, busqué desesperada un medio para volver a la paz de mi hotel cuanto antes.
Fue entonces cuando me subi a uno de los famosos Tuk Tuk de Thailandia. El precio de estos era igual que coger un taxi, y aunque no es que sea muy placentero, pues no es para nada estable hacer esa ruta en uno de estos vehíuclos, es una experiencia divertida.
El resto de mi estancia en Phuquet me la pase descansando, disfrutando de la lectura, la playa, la buena comida, el clima y el maravilloso servico que hay en esta tierra del Sudeste Asiático. Al que sin duda pienso regresar algún día porque me ha encantado.
Tengo que añadir que al lado de mi hotel había varios modistas que te diseñaban o simplemente copiaban el diseño que les llevaras y te hacían cualquier vestido, traje de chaqueta o un simple trapo que se te antojase por un precio bastante razonable. Aproveché la oportunidad para hacerme un par de trajes de chaqueta de color blanco que tenía ganas de tener hacía mucho tiempo y quedé encantada con mi compra... aunque tengo que decir que debido al ritmo de vida que llevo, aun no he tenido ocasión de estrenarlo.
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