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En este blog comparto en primera persona cómo fue mi salida de España, qué me llevó a ello y como conseguí llegar a mi primer destino: Las Islas Maldivas. Tras un par de años de idas y venidas, mil aventuras y muchos sentimientos encontrados, mudarme a Australia se convierte en mi siguiente meta. Mi historia de amor y la superación a mí misma me llevan a concluir una maravillosa etapa en Sydney, y tras pasar por Singapur y España comienzo una nueva vida en Shanghai, China.

Esta es mi historia, es mi propia experiencia, y viajar por todo el mundo se ha convertido en mi día a día. En este blog narro viajes, aventuras y los itinerarios que he seguido, siempre elaborados por mi misma. Espero que os guste mi aventura por el mundo... y recuerda: ¡que no te lo cuenten!

Welcome to Australia!!!

9 de Julio de 2012, aeropuerto de Sydney (Australia).... Esta chipionera comienza otra nueva etapa, una aventura que quizás no haya sido meditada al milímetro, pero siempre he pensado que quien no arriesga no gana, y por que no, aposté todos mis ahorros conseguidos trabajando en Maldivas, en pagarme los estudios que quería hacer en un país al que siempre había querido ir. Me había decidido a estudiar Business en Australian Pacific College, un certificado que me costaba mucho dinero, y probablemente mucho esfuerzo, teniendo en cuenta que había aprendido a hablar inglés, trabajando en Maldivas y ahora me enfrentaba a sacarme un título internacional en este idioma... mmmmmmm sí, seguro que puedo. No hay nada imposible. 

La mezcla de sentimientos que tenía en la puerta de la terminal del aeropuerto esperando a Sharon, era un poco de miedo, de incertidumbre, de felicidad, curiosidad y ansias por empezar a explorar. Estaba nerviosa. 

Cuando Sharon llegó en su coche, la vi súper abrigada y con una amplia sonrisa de oreja a oreja. Apenas la reconocía, pues en Maldivas los atuendos son todo lo contrario. En seguida me dio un tímido abrazo y me acompañó hasta su coche, un Audi que se conducía por el lado contrario al que lo hacemos en España y en que nos pasamos un buen rato hablando de los precios de Sydney, las costumbres o el carácter de la gente. Ella me ofreció además de su casa, su ayuda con el idioma. Me dijo que me corregiría siempre que lo necesitara y que estaba segura que la experiencia iba a ser inolvidable para mí, y que se sentía genial contribuyendo de alguna manera. 

Lo primero que me enseñó Sharon, mi nueva amiga australiana de más de 50 años (o la única), fue la gran pasión que existe en Australia por el café, lo adoran!!!! Así que como no, me llevo a un sitio coqueto, rústico y en medio de la nada donde me pedí una botella de agua. Si, lo se, ridículo, pero a mí no me gusta el café y lo que tenía era mucha sed... para compensar me pedí un delicioso "banana bread", típico de Australia, y tengo que admitir, que estaba delicioso. Mi nueva amiga tenía muy mal carácter y no le sentó muy bien aquello de que yo no amara el café, a decir verdad, que ni siquiera me interesara más que su olor. Me advirtió que tenía que probarlo, y aquella conversación quedó pendiente... 

De camino a casa, ella necesitaba solucionar un problema que tenía con sus pantalones de vestir, pero yo no entendía exactamente lo que necesitaba, así que la acompañé a unos grandes almacenes donde vendían todo tipo de artículos de mercería. Después de estar un buen rato viendo opciones y volviendo loca a la dependienta, entendí que lo que Sharon quería era poner unos botones a sus pantalones, pero como no tenían ojal, tenía que limitarse a ponerle corchetes, cosa que no quedaba muy estético según ella. El caso, es que no sé ni como ni por qué, me ofrecí a ponerle los botones y hacerle los respectivos ojales a no sabía cuantos pantalones... cosa que tendría que hacer a mano, ya que ella no era ama de casa  (según me había contado) y no tenía máquina de coser! El caso es que ella iba muy contenta mientras conducía y yo no paraba de darle vueltas a como iba a hacer aquello, pues siempre he visto a mi madre coser, pero no creo que el saberlo hacer sea algo hereditario. 

Llegamos a su casa, un portal sencillo, una casa a la altura de la calle, individual, no dentro de un edificio. Entramos y era todo de madera y bastante oscuro, pero acogedora, me gustó mucho. Los dormitorios estaban en la planta desde la que entrábamos a la altura de la calle, y al contrario de lo que pudiese pensar, el resto de la casa estaba un piso más abajo, por lo que me pareció muy original. Sharon me dijo que aún no había llegado mi cama, pero que me había puesto una cama hinchable en una de las habitaciones y si no me importaba, podía empezar a instalarme. 
La verdad es que me gustó, tenía terraza dentro de mi habitación. Era pequeña pero bonita, y la zona muy tranquila... al final de la calle Alexandría, a pocas paradas en bus del centro de Sydney, en el distrito de Waterloo... ahí viviría los próximos meses! Quien me lo iba a decir...

Como mi vuelo había sido nocturno, estaba muy cansada y decidí dormirme una gran siesta después de colocar mi ropa e instalarme más o menos en el que sería mi cuarto a partir de ahora. Cuando desperté Sharon había traído cena, cocinó chuletas y verduras hervidas y cenamos viendo la televisión como dos viejas amigas. Hablamos de mis planes, de mis estudios, de los lugares que quería visitar en Australia, de la búsqueda de trabajo, de mi antiguo trabajo en Maldivas... hablamos de todo un poco hasta que acabó el día y nos fuimos a descansar.
Habitación con terraza propia que transformamos en mi dormitorio 

Salón - comedor visto desde las escaleras 










Al día siguiente aterrizaba en Sydney Natt, una chica española con la que había mantenido el contacto a través de grupos de Españoles en Sydney. Ella volvía de unas vacaciones en España, y había estado anteriormente en la ciudad, por lo que me venía genial para una primera toma de contacto y que me enseñara los trucos y secretillos que se necesitan cuando te vas a vivir a un país nuevo.

Quedé con ella en Town Hall, muy cerca de Hyde Park, y céntrico. La reconocí al instante, y en seguida empezamos a hablar y contarnos todo de cada una como buenas chicas españolas. Paseamos por el centro, George Street hasta The Rocks y Circular Quay, desde donde vi por primera vez la famosa Opera House, de noche, toda iluminada, preciosa. Y como no, el Sydney Harbour, impresionante.

Las fotos no son muy buenas... pero sólo mirarlas me traslada a aquel instante, en el que Natt me preguntaba ¿No lo encuentras más pequeño de lo que te lo imaginabas?













Después de un largo paseo, nos fuimos a Shark Hotel ... un sitio con música actual en medio de la ciudad, en la calle Liverpool, una de las más conocidas de la city. En Australia la mayoría de los Pub, se llaman "hotel" aún no se por qué, el caso es que Natt y yo nos pedimos unas cuantas de copas de vino blanco mientras charlábamos y charlábamos como si no hubiese mañana.

También vino una amiga de Natt de Madrid, Sarai. Trabajaba en un restaurante español y en no se cuantos sitios más, así que empecé a recopilar algo de información acerca de los trabajos disponibles y los sueldos. Fue una noche divertida, lo pasé muy bien, y debido a que llevaba mucho tiempo sin hablar español, lo disfruté al máximo. Estaba encantada con mi nueva amiga, con la ciudad, y con el hecho de que fuese invierno!!! Pues iba con vaqueros y botas altas todo el tiempo, cosa que agradecía después de estar en Maldivas descalza o con sandalias y sin posibilidad de usar tacones.

Al día siguiente me dediqué a hacer un poco de turismo... paseé por toda la bahía y fui al Chinatown, además de visitar los jardines chinos y ver la Opera House y Sydney Harbour durante el día. Tenía un par de semanas hasta que mis clases empezaran, así que tal como lo había planeado, me disponía a disfrutar la ciudad, conocerla, explorarla y disfrutarla al máximo. Además tendría que buscar trabajo, por supuesto, pero de momento, eso podía esperar.

Jardines Chinos 
Al volver a casa de Sharon después de mi día de turismo por la city, decidí que era hora de coser sus pantalones, abrir los ojales y coserlos además de añadir los respectivos botones. Me pasé en el cuarto cosiendo al menos tres horas, pues lo tenía que hacer a mano, y era mi primera vez (eran cuatro pantalones). Aquello fue todo un reto, quería agradecerle a Sharon lo que estaba haciendo por mí, y me había comprometido a solucionarle su problema. Pues aunque no quedaran como los hubiese dejado un sastre, no quedaron mal, ella estaba muy sorprendida del resultado, y me lo agradeció mucho, aunque como he mencionado antes, Sharon es una mujer seria y de mal carácter, así que tampoco me hizo mucha fiesta. 

Poco a poco... me hacía mi hueco. 


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