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En este blog comparto en primera persona cómo fue mi salida de España, qué me llevó a ello y como conseguí llegar a mi primer destino: Las Islas Maldivas. Tras un par de años de idas y venidas, mil aventuras y muchos sentimientos encontrados, mudarme a Australia se convierte en mi siguiente meta. Mi historia de amor y la superación a mí misma me llevan a concluir una maravillosa etapa en Sydney, y tras pasar por Singapur y España comienzo una nueva vida en Shanghai, China.

Esta es mi historia, es mi propia experiencia, y viajar por todo el mundo se ha convertido en mi día a día. En este blog narro viajes, aventuras y los itinerarios que he seguido, siempre elaborados por mi misma. Espero que os guste mi aventura por el mundo... y recuerda: ¡que no te lo cuenten!

Aventuras y desventuras en Sydney

Durante las dos semanas que tenía libres antes de empezar mis clases, tenía planeado explorar al máximo la ciudad de Sydney y aprovechar el tiempo, haber conocido a Natt era algo muy positivo en este aspecto, ya que además de tener una compi, ella ya conocía los sitios. 

Los primeros días nos dedicamos a cambiar dinero, ella Euros y yo Dólares americanos (ya que en Maldivas me pagaban así), preparamos nuestros currículum adaptándolo al estilo de Australia (totalmente nuevo para mi) y como no, a hacer turismo. 

Natt y yo íbamos a una barbacoa que unos amigos de un amigo de ella hacían en su casa. Me llamó mucho la atención que no hacía falta si quiera conocer en a nadie de la fiesta, llegabas con algunas bebidas, y eras más que bienvenido. Nosotras fuimos a comprar cervezas y vino, ya que yo no soy cervecera en absoluto (quien lo diría después de tantos años trabajando con Mahou-San Miguel) y por lo contrario, soy una apasionada del vino blanco. Ya me habían explicado que en Australia, el alcohol no se compra en los supermercados como en España o otros muchos lugares del mundo, sino que hay un horario y lugar específico para su compra, ya sea un botellín de cerveza o munición para una fiesta de fin de año. 

Una vez conseguimos nuestras cervezas y el vino, caminamos hasta la dirección que nos indicaron, con nuestro morro allí nos presentamos a la gente, y empezamos a beber y comer como si no hubiese mañana. La mayoría eran brasileños, algún europeo, australiano y asiático, pero en su mayoría, brasileños. La carne estaba espectacular, el ambiente molaba y Natt y yo lo pasamos genial... incluso acabé bebiendo cerveza!!! Lo que indica que acabamos con nuestro vino, el vino de alguien, y finalmente me pasé a la cerveza. 






















Después de todo el día en la barbacoa y los excesos cometidos, ni cortas ni perezosas nos fuimos a cenar a un restaurante italiano con vistas a la Ópera House en Circular Quay. Pasta y pizza, con su vino blanco... vamos, algo light para irse a la cama. 

Al día siguiente en casa de Sharon me despertó una chica asiática que no tenía ni idea de que yo estaba viviendo en la casa, en seguida los ladridos del perro, colaboraron al caos de lo que estaba siendo mi despertar, y por último la ruidosa aspiradora que la china utilizó siendo aún las 8:30 de la mañana, acabaron por echarme de la cama y lanzarme a la ducha para salir corriendo a la calle. 

En Sydney convivía con un rottweiler enorme, que aunque Sharon diga que es muy bueno y que todo lo que tu quieras, impresiona mucho, y yo no lo llevaba muy bien. Además del perro, la desmesurada obsesión de Sharon con su ducha, me traía de cabeza. Y es que se trata de una ducha con las paredes de cristal y el suelo en mármol (aunque suele a palacio, es una ducha de lo más normal), ella quería que cada vez que acababa de ducharme, le sacara brillo a cada milímetro cuadrado, cosa que cumplí rigurosamente. En un principio no me importaba, pero que cuando empecé a tener horarios que cumplir, aquello se convirtió en algo bastante molesto, de lo que sin duda, no me podía quejar, ya que al fin y al cabo, no estaba viviendo en mi casa. 

Cuando por fin llegué al centro, después de media hora de autobús, fui consciente del frío que hacía. Para mi no era normal que a mediados de Julio, se barajasen tan bajas temperaturas, sobretodo viniendo de Maldivas. Había quedado con Natt y fuimos a la agencia Info Planet, para que nos asesoraran un poco sobre algunos trámites que teníamos que hacer. Ellos se dedican a ayudar y asesorar a personas que emigran a Australia, tanto desde España como desde otros muchos países, una grandísima ayuda. Abrimos la cuenta bancaria en Commonwealth Bank, fotocopiamos nuestro currículum, solicitamos el TFN (que es como la seguridad social para que las empresas te puedan dar de alta) y algunos trámites más.


Jardines Botánicos - Opera House de fondo

Decidimos dar un paseo y fuimos a Pyrmont Bridge, caminamos por los jardines botánicos, preciosos por cierto y nos fuimos a comer al restaurante giratorio de la Sydney Tower. Era un bufet muy variado donde probamos la carne de cocodrilo (que personalmente no me gustó nada, el tacto era bastante desagradable), la de avestruz y la de canguro (para mi la más sabrosa, aunque no la comería habitualmente). También disfrutamos de mariscos y verduras, y una gran variedad de postres... todo aquello por 30€ al cambio, y disfrutando de las vistas de Sydney desde las alturas... maravilloso. 



Postres, del Restaurante giratorio de la Sydney Tower
Vistas de la ciudad en la foto de la izquierda

Para bajar aquella comilona estuvimos andando y descubriendo toda la Bahía de Sydney, preciosa, majestuosa... y repleta de gente de todas partes del mundo. 

Al llegar a casa, aquella noche hablé con mis amigos Adri y Rosa en España, desde Galicia y Cádiz. Hablando súper bajito porque Sharon se iba a la cama a las 8pm, disfruté mucho contándole a mis amigos como era todo esto y planeando próximos reencuentros que si lo piensas, no sabes si se harán realidad o no. Fuera como fuese, siempre es un gustazo tener estos ratitos, bendito Skype. 















Los días fueron sucediendo sin grandes acontecimientos... estaba disfrutando mucho de la ciudad y de mi amiga Natt, pero en la casa donde vivía, cada vez había más tensión, y eso que no habían pasado ni dos semanas desde que vivía allí. 

Sharon me llevó un par de veces a algún centro comercial, y hasta la acompañé en varias ocasiones a desayunar a las 7am (implicando levantarse a las 5:30), probé el café por primera vez en mi vida después de su insistencia, conocí a su hija (la cual no es que adore precisamente a su madre) e hice compras y cociné además de siempre mantener la casa limpia, ordenada y hacer el menos ruido posible. Sinceramente, no se que le pasaba a Sharon, pero estaba más brusca de lo habitial, nunca volví a ver una sonrisa en su rostro y sus acciones hacia mí empezaron a incomodarme de tal manera que lo hablé con Natt y a ella también le pareció extraño, aunque no le dimos mayor importancia.

Pero un día, Sharon me dijo que tenía que irme de casa durante una semana ya que venían unos amigos suyos a pasar sus vacaciones y necesitaba mi habitación. En un principio me sentó mal, pero luego pensé que estaba en todo su derecho, así que decidí ver el lado positivo de las cosas y aprovechar la ocasión para ir a alguna ciudad vecina y conocer más de Australia ahora que aún no tenía trabajo. Lo hablé con Natt y le pareció una idea genial, invitamos a su amiga Carol (una colombiana a la que adoro) y nos decidimos por Brisbane, viajar a Gold Coast, Surfers Paradise y pasar unos días de chicas.

Hablando con la hija de Sharon, esta me dijo que su madre era homosexual y que tenía muy mal carácter. Era una mujer con pocos amigos, de ideas fijas y en definitiva, no era una persona muy fácil de llevar, y por lo tanto, mucho menos de convivir con ella. Aunque aquello explicaba el comportamiento, en cierto modo, de Sharon, yo seguía sin saber por qué aquel cambio de actitud conmigo, en Maldivas pasamos muy buenos ratos buceando y hablando, fue ella la que me ofreció su casa para ahorrarme la desagradable tarea de buscar y compartir piso en Sydney, que según me había contado era caro y complicado. No entendía nada, la verdad. 

Como los días que Sharon necesitaba que yo me ausentara, eran más que los que íbamos a viajar, empecé a buscar un hotel en Sydney, que tengo que decir que es bastante caro. Natt me ofreció quedarme en su casa, y como eran 3 noches, a pesar de que ella compartía casa y habitación, no me pareció tan mala idea, dado a que como aún no tenía trabajo, no me quería gastar todos mis ahorros. 

Mis clases empezaban tras el fin de semana, y estaba muy ilusionada. Natt y yo habíamos ido paseando unos días antes para asegurarnos donde estaba y como era, por lo que llegué antes de tiempo y decidí desayunar en la cafetería de al lado de la escuela.



Al llegar, lo primero fue hacer una prueba de nivel, y me sentaron con un chico con una melena de rizos negros y aparentemente latino. La prueba me pareció bastante difícil e incluso no llegué a contestar todo lo que sabía sobre el tema preguntado. A la salida coincidí de nuevo con mi compañero de examen y resulta que el chico era del sur de Argentina, nunca había viajado antes y a mí me pareció como un niño con su juguete nuevo. Me cayó fenomenal y me pasé toda la conversación riéndome acerca de la diferencia de acentos, sus comentarios y su ingenuidad... lo pasé genial y conseguí desconectar mi mente del problema que tenía en casa, y de la idea de que no había hecho aquel examen como yo creía que podía haberlo hecho. Mi nuevo amigo se llamaba Pablo, y conocimos a otro chico que se llamaba Lucas, colombiano... los tres nos juntamos desde el principio. Fue genial. 

Aquellos días hasta que me fuese de la casa, fueron larguísimos. Tremendos madrugones, aquella ducha que me sacaba de mis casillas, el perro, el mal carácter de Sharon, la búsqueda de trabajo y mi amiga Natt tampoco estaba teniendo suerte con su casa, porque vivía con unos impresentables. 

Todo me estaba afectando tanto que incluso una noche me entró una descomposición y no podía bajar a la planta baja porque el perro a cualquier ruido que escuchaba se ponía a ladrar y no podría encender la luz y hacer que se calmase al verme ya que el interruptor estaba bajando las escaleras. Aquella noche, fue ... sencillamente ... horrible.
Pero la siguiente noche tampoco fue para menos, pues al llegar a casa después de haber ido a clase y a un par de entrevistas para trabajar en colegios infantiles como asistente (ya que me había sacado el título internacional en Maldivas), me encuentro que Sharon como siempre está dormida siendo las 9pm y que mi cuarto estaba vacío...!!! Me había quitado la cama... no tenía donde dormir, y no podía bajar al salón, porque aquel perro era el dueño y señor de toda la planta baja. Me agobié demasiado, le escribí a Natt y aunque me ofreció irme a su casa, no quise hacer más ruido, por lo que me decidí acostar en el suelo y pasar la noche lo mejor que pudiera. Obviamente no dormí nada, y me dolía todo el cuerpo ¡por lo menos dejó la alfombra!

Al día siguiente después de clase me fui a casa de Natt a comer y así reservábamos el viaje de Brisbane desde allí, no me podía creer lo que me estaba pasando y lo peor de todo es que no entendía la razón. Sharon me había dejado una nota ampliando los días que tenía que estar fuera, por lo que esperé con Natt hasta que supe que se había acostado, ya que sinceramente no me sentía con ganas de encontrarme con ella. Hice mi maleta para esos días y el resto de mis cosas las dejé en la casa. Después de las clases me volví a ir a casa de Natt a comer, esta vez con mi maleta. Tenía una entrevista de trabajo esa tarde y me había empezado a desesperar con el tema económico y la situación, y aquella noche dormiría con mi amiga. 

Natt vino conmigo hasta la calle donde estaba el bar para la entrevista, y se fue a casa por si tardaba. Como para trabajar de niñera me pedían muchísimos papeles y requisitos, empecé a buscar otras cosas mientras lo conseguía todo, y aunque nunca en mi vida había trabajado de camarera, no podía ser tan difícil. Al llegar llamé a la puerta y abrieron una diminuta ventana, una chica me preguntó y le dije que era para la entrevista de trabajo, por lo que abrió la puerta lo suficiente como para que yo pasara de lado, cosa que me pareció cuanto menos, extraña. Todo estaba oscuro, y vacío hasta que empezaron a llegar chicas, todas con diminutos uniformes. Se reunían antes de abrir el restaurante, por lo que la jefa, me pidió que esperara un momento que en seguida estaba conmigo. Me dio un papel que rellenar con mis datos y me quedé observando lo que pasaba a mi alrededor sentada en unas escaleras que accedían al piso de arriba, donde estaban los vestuarios de las chicas. Sí, sin duda era un restaurante un tanto especial, y aunque el sueldo era bastante alto, no me apetecía pasearme con tales atuendos mientras servía como camarera, cosa que respeto, pero de momento podía seguir buscando otra cosa.

Al contárselo a Natt nos reímos, aquello empezaba a ser surrealista, pero no acababa ahí... aún me quedaban muchas cosas por vivir esos días, y mi cansancio y agotamiento físico y mental, me estaba superando de una manera casi indescriptible.

Cuando le contaba a Mike todo lo que estaba viviendo y las cosas que me estaban pasando, no daba crédito. Se alegraba mucho de que al menos tuviese a mi amiga Natt conmigo y en todo momento me decía que me fuera a un hotel, no había necesidad de pasar por aquello. Mi aventura en Australia se estaba complicando, pero no hay nada que no se pueda solucionar... y mientras, yo seguía admirando tan hermoso lugar, con el que tantas veces había soñado.

Opera House, Sydney

Sydney Harbour





















































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