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En este blog comparto en primera persona cómo fue mi salida de España, qué me llevó a ello y como conseguí llegar a mi primer destino: Las Islas Maldivas. Tras un par de años de idas y venidas, mil aventuras y muchos sentimientos encontrados, mudarme a Australia se convierte en mi siguiente meta. Mi historia de amor y la superación a mí misma me llevan a concluir una maravillosa etapa en Sydney, y tras pasar por Singapur y España comienzo una nueva vida en Shanghai, China.

Esta es mi historia, es mi propia experiencia, y viajar por todo el mundo se ha convertido en mi día a día. En este blog narro viajes, aventuras y los itinerarios que he seguido, siempre elaborados por mi misma. Espero que os guste mi aventura por el mundo... y recuerda: ¡que no te lo cuenten!

Mi nueva familia en Sydney: Mis amigos

El ritmo que estaba llevando en Sydney era agotador. Dos trabajos y la escuela, no tenía tiempo para absolutamente nada más, incluso me faltaban horas de descanso. Mi semana era una locura: de lunes a miércoles tenía clases de 8:30am a 1:30pm y entraba en el hotel a las 2 pm y salía a las 11:30 de la noche, directa a casa y a estudiar porque jueves y viernes eran días de entregas de trabajos y exámenes en la escuela. Jueves y viernes seguía teniendo clases, pero por la tarde tenía algo de tiempo para estudiar, ya que hasta las 5pm no entraba a trabajar en el restaurante. Y sábados y domingos trabajaba desde las 11 de la mañana hasta que cerrábamos, sobre las 2 de la madrugada... ¡Matador! Todos los días así durante meses, me organizaba para coger un día o una tarde libre cada 2 o 3 semanas. Mi cuerpo me lo pedía de vez en cuando.

En la nueva casa ya vivíamos las 4 chicas, 2 brasileñas y Natt y yo de España. Teníamos muy buen rollo y nos llevábamos súper bien, así que en ese aspecto, fue genial. Poco a poco se incorporaron los chicos, los que habitaron la segunda habitación de la casa, otros 4. Empezamos con un francés del cual ya ni siquiera recuerdo su nombre, parecía majo al principio, pero resultó ser un niñato arrogante sin experiencia alguna en convivir con más gente o vivir fuera de su casa, y se convirtió en un ser molesto. Aunque a mi personalmente no me afectaba para nada porque apenas estaba en casa, sé que incluso llegó a insultar a mis compañer@s. 

Además del francés teníamos en la misma habitación al jefe de nuestra casa, un coreano que iba todo el día en chandal y que era insoportable, ¡que persona más pesada! Intentaba todo el día sacar conversación de cualquier cosa, pero a la vez todo le parecía mal, daba consejos gratuitos y en definitiva, como además era el que recogía el dinero del alquiler, ninguno de nosotros le tenía especial cariño. 
Otro de los chicos era amigo del francés, vino después... un chico muy grande, y muy simpático. Era muy gracioso y buena gente, daba gusto tenerle en casa, respetuoso y siempre dispuesto a echar una mano. Muy trabajador también, apenas paraba en casa. 

Y el último, Nelson. Sólo recordar su nombre se me dibuja una sonrisa. Que chico más majo, más buena persona, y más de todo. Nelson tendría unos 36-37 años, más inocente que un niño de 16 hoy en día, colombiano y rubio de ojos azules. Nelson me llamó a mi móvil una tarde cuando me iba a trabajar, porque no hablaba inglés y no se podía comunicar con nuestro casero, acababa de llegar a Sydney y quería alquilar una habitación, pero el pobre no entendía ni una palabra. Así que le expliqué las condiciones y demás, y a los pocos días, teníamos a Nelson en casa. 

Al conocerle me contó su historia, tenía a su pareja en Colombia y una familia que le quería mucho. Al parecer tienen negocios familiares y les va bien en su país, cosa que me alegraba profundamente. Un chico muy noble y muy religioso, siempre tenía a dios en la boca, y sus acciones eran todo para y por los demás. Un placer tenerle en casa como decía. Nelson había sido víctima de un terrible accidente y tenía bastantes secuelas, de hecho muchas cicatrices hablan por si solas cuando le miras a la cara. al sobrevivir y recuperarse, decidió que quería vivir cosas nuevas, explorar más mundo y si se tenía que ir mañana, al menos irse sabiendo que no se quedó en el rinconcito en el que nació sabiendo lo que le tocaba aprender y no más. Quiso viajar a Australia, aprender otro idioma y crecer como persona y en experiencias... no importaba su edad, la opinión de sus amigos y familia, o si le iba costar mucho trabajo y mucho dinero. Tenía claro que no se quedaría de brazos cruzados ante el aviso que la vida le había dado. Y así es como dejó Colombia a sus espaldas y se vino a Sydney... siendo nosotros los afortunados de compartir con él nuestra casa y al fin y al cabo, nuestra vida. 

Aquí dejo una foto de un lunes o un martes si no recuerdo mal, que fui al restaurante mexicano donde trabajo, para cenar con mis amigos, de izquierda a derecha: Santiago de Colombia, amigo de Carolina, la que está a mi otro lado. Ella es una de mis mejores amigas aquí en Sydney junto a Natt y con la que me fui a Brisbane. Camila es una de las brasileñas con la que comparto habitación y que resultó siendo otra de mis buenas amigas en Sydney, y a la derecha del todo, Nelson, de Colombia.















Estos son algunos de los que forman mi grupo de amigos, mi familia, aquí en Sydney, y a los cuales adoro, por razones diferentes y comparto mi día a día, sea bueno o sea malo. 

Como decía antes, el ritmo de trabajo que llevaba era agotador, y compaginarlo con la escuela me suponía todo un reto. En el nuevo curso superior (EAPB) el nivel era mucho más alto y yo tenía mucho más trabajo que hacer. Tengo que reconocer que a veces Mike, desde Singapur, me resolvía dudas dadas las altas horas en las que yo me podía poner a estudiar. Con mucho esfuerzo y muchas ganas seguía un día y otro día… y lo llevaba tan bien, que decidí arriesgarme y no dejar ningún trabajo. Como no pensaba estar en Australia más de 6 meses, no sería tiempo suficiente para que el gobierno me pillara por trabajar "unas cuantas" horas más de las que me permitían, pues al fin y al cabo, yo pagaba mis impuestos como todo el mundo, y declaraba las horas que trabajaba, pagando por todas y cada una de ellas. 


Hubo gente que me aconsejó que no lo hiciera, pues si me pillaban me cancelaban la visa y tenía que abandonar Australia y no podía volver en no se cuántos años…. y otros me decían que somos unos cuantos en este país y que si no pienso prolongarlo demasiado en el tiempo, el gobierno no tenía manera de ver que yo estaba trabajando más horas de las permitidas. Así que compaginé una empresa y la otra, me conciencié de que tenía que esforzarme mucho más en clase para ir al ritmo de los demás, y supe que no podría dormir más de 5 o 6 horas diarias. Además por supuesto le dije adiós todo tipo de evento social, como salir de fiesta, ir al cine, o pasear por la bahía una tarde de domingo. 


No me pesaba en absoluto, pues a eso había venido a Australia, y me encantaba como lo estaba llevando… Aquí pongo una foto con una compañera de clase, en uno de los descansos.




Y como no todo iba a ser trabajar y estudiar, en los pequeñísimos huecos que me quedaban los jueves y viernes entre la escuela y el restaurante, a veces podía coincidir con mis amigas Natt y Carol y aprovechábamos para darnos un paseo por Ópera House, deleitarnos con los maravillosos paisajes, echarnos unas risas y en definitiva, desconectar un poco antes de ponerme manos a la obra de nuevo. Estos descansos apenas duraban un par de horas ¡pero me sentaban fenomenal!






En el Hotel las cosas cada día eran más complicadas, pues cada vez me daban más información y tenía más responsabilidades. Metí la pata un par de veces y sentía que nadie era majo conmigo. Mis compañeros de trabajo, exceptuando un par de ellos no me gustaban, ni creo que yo les gustara a ellos… lo que lo hacía todo un poco más difícil. 


Mi jefa se llama Christine, una chica físicamente no muy agraciada y creo que también debería tener problemas en su vida sexual, porque todos con lo ella debía estar lidiando  lo estrellaba contra nosotros. No he conocido a nadie más ridículo que esta chica. Pero como al fin y al cabo lo que me importaba era coger experiencia, aprender mucho y ganar dinero… decidí ignorarla, tratar de entenderla y satisfacer al máximo posible sus peticiones, que esto último, es francamente imposible.



Continuará… 

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