Vistas de página en total

En este blog comparto en primera persona cómo fue mi salida de España, qué me llevó a ello y como conseguí llegar a mi primer destino: Las Islas Maldivas. Tras un par de años de idas y venidas, mil aventuras y muchos sentimientos encontrados, mudarme a Australia se convierte en mi siguiente meta. Mi historia de amor y la superación a mí misma me llevan a concluir una maravillosa etapa en Sydney, y tras pasar por Singapur y España comienzo una nueva vida en Shanghai, China.

Esta es mi historia, es mi propia experiencia, y viajar por todo el mundo se ha convertido en mi día a día. En este blog narro viajes, aventuras y los itinerarios que he seguido, siempre elaborados por mi misma. Espero que os guste mi aventura por el mundo... y recuerda: ¡que no te lo cuenten!

Nueva Zelanda (Parte I)

Nuestro vuelo desde Sydney salía a las 9:30 de la mañana y nosotros, precavidos como siempre, llegamos con unas 3 horas de antelación ¡que nos vinieron fenomenal por el lío que allí tuvimos!

Resulta que mi visado de estudiante para Australia caducaba al día siguiente de mi salida hacia Nueva Zelanda y como mi vuelo era ida y vuelta, no me dejaban embarcar por no tener otro visado vigente que me permitiera volver a Australia. ¡Llevábamos preparando este viaje 4 meses y ahora no me dejaban volar! Sólo quería llorar, miraba a Mike y no sabía que decir, sólo quería llorar. A él también se le notaba en la cara la preocupación y el disgusto que nos llevamos. 

La chica que nos atendió fue muy desagradable y pedimos hablar con alguien superior, una señora más mayor que sólo era amable con Mike, a mi me miraba como si fuese alguien sin patria ni bandera... me hizo sentir fatal pero me mantuve callada pues le estaba diciendo a Mike la única manera que teníamos para solucionar aquel problema y no perder nuestro viaje. El caso es que nos hicieron comprar otro billete de avión con otro destino diferente para garantizar que yo tenía otro sitio al que ir después de Nueva Zelanda, porque a Australia no podía volver con mi visa de estudiante caducada. La broma nos costó unos 300€ (el vuelo Sydney - Nueva Zelanda nos había costado 250€ ida y vuelta por persona).

Después de rigurosos y exagerados controles de seguridad en el que nos tiraron media bolsa de aseo y abrieron absolutamente todo, finalmente nos dejaron subir al avión. Tuvimos que correr desesperados por todo el aeropuerto porque todo el trámite de mi vuelo nos retuvo más de 2 horas. Una vez sentados en el avión, pudimos respirar tranquilos, nos miramos y empezamos a reírnos ¡Nueva Zelanda... allá vamos! 

Tras 5 horas de vuelo, llegamos a Christchurch International Airport. Lo primero que hicimos fue conectarnos a internet para solicitar online un visado de turista para Australia, ya que yo volvía a Sydney y tenía otro viaje preparado. No pude adjuntar ninguna documentación pero al menos la solicitud estaba realizada y si me la concedían llegaría a tiempo. 

Antes de salir del aeropuerto compramos 6 botellas entre vino y champán para todo el viaje (está permitido coger hasta 6 por persona) y luego cogimos un taxi hasta la oficina donde teníamos reservada nuestra autocaravana. El taxi nos cobró unos 15€ al cambio por 5 minutos de recorrido, pues el sitio estaba justo a la salida del aeropuerto, pero hay que tener en cuenta el suplemento.

Habíamos alquilado una autocaravana mediana con baño y ducha además de la cocina. ¡que ilusión! Nos costó unos 500€ al cambio para una semana, ya que teníamos alguna noche de hotel reservada para el final del trayecto y la devolveríamos antes. Se pueden alquilar por menos dinero, o con menos prestaciones, pero a nosotros nos pareció perfecto. Nunca antes habíamos viajado en autocaravana y tengo que reconocer que yo no tenía mucha fe en que aquello me fuese a gustar. 




Nos asignaron nuestra casa con ruedas, pusimos el equipaje dentro y el jovencísimo pero lento recepcionista, nos explicó todo el funcionamiento de la autocaravana y nos dio varios mapas y guías de dónde alojarnos o poder acampar, sitios que ver, carreteras que coger y demás. Esto nos vino genial aunque Mike tuviese casi memorizada la ruta que íbamos a seguir. 

Lo primero fue conducir hasta un supermercado en el mismo pueblo, pues teníamos que comprar provisiones y además teníamos hambre. En Australia como en casi el resto del mundo, se come sobre las 12 del mediodía y ya eran más de las 3 de la tarde. 

Llegamos al sitio que nos había indicado el chico y al lado había un sitio pequeño con una cola muy larga de gente, sin sillas, ni mesas… ¡ni siquiera menú para ver lo que tenían! Nos preguntaron qué queríamos y como no teníamos ni idea, pedimos lo mismo que los anteriores… dos hamburguesas completas con patatas fritas por menos de 6€ todo. 
Sentados justo en frente en una fuente, saciando el hambre con aquellas riquísimas hamburguesas envueltas en una especie de papel kraft y más felices que dos niños pequeños, empezamos nuestra aventura. Lo primero, deshacer equipaje y colocar la comida en los pequeños espacios de la autocaravana. 



La primera parada sería en Hamner springs, unas termas naturales a casi dos horas de donde estábamos. Ya era un poco tarde pero teníamos la esperanza de que estuviese abierto y que tuviésemos suficiente tiempo como para disfrutar de aquella naturaleza. 

Llegamos y vimos que cerraban a las 9 de la noche ¡genial! nos pusimos los bañadores dentro de la caravana, lo que nos provocó muchas risas porque claro, acabábamos de llegar, aún no teníamos todo organizado, no controlábamos el espacio y además hacía frío. Fue muy divertido. 

La entrada eran 12€ al cambio para los adultos y si comprábamos los dos juntos pues 20€, así que una vez dentro nos dedicamos a disfrutar mucho muchísimo de aquello. Piscinas en plena montaña que tenían agua a diferentes temperaturas pero la mayoría calientes o muy calientes. Unas eran pequeños jacuzzis instalados en las cavidades de la propia tierra, otras auténticas piscinas… pero todas me parecieron increíbles ¡Que bonito y qué placer!


Lo que menos me gustó fue el frio que pasábamos mientras nos movíamos de una piscina a otra… pues nos habíamos olvidado nuestras toallas en la autocaravana y no quisimos alquilarlas (costaban apenas 3€) porque no pensamos que aquello iba a ser así. 

Dejo algunas fotos de aquella parada en Hammer Springs.




















Y después de este maravilloso comienzo en Nueva Zelanda recorrimos pocos kilómetros más y aparcamos dentro de un camping para cocinar la cena y pasar la noche. Abrimos una botella de vino, hice costillas que salieron riquísimas y una gran ensalada con varios quesos.


¡Menudas vacaciones nos esperan!




Y sin saber muy bien donde estaba el camping donde habíamos aparcado, nos pusimos a cenar, beber vino, a hablar y a reírnos todo lo que pudimos y más … 


¡Buenas noches desde nuestra pequeña casita con ruedas!







Leer post anterior                           Leer siguiente post

No hay comentarios:

Publicar un comentario