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En este blog comparto en primera persona cómo fue mi salida de España, qué me llevó a ello y como conseguí llegar a mi primer destino: Las Islas Maldivas. Tras un par de años de idas y venidas, mil aventuras y muchos sentimientos encontrados, mudarme a Australia se convierte en mi siguiente meta. Mi historia de amor y la superación a mí misma me llevan a concluir una maravillosa etapa en Sydney, y tras pasar por Singapur y España comienzo una nueva vida en Shanghai, China.

Esta es mi historia, es mi propia experiencia, y viajar por todo el mundo se ha convertido en mi día a día. En este blog narro viajes, aventuras y los itinerarios que he seguido, siempre elaborados por mi misma. Espero que os guste mi aventura por el mundo... y recuerda: ¡que no te lo cuenten!

Nueva Zelanda (Parte IV)

Ese miércoles Mike se despertó especialmente cansado, y es que como yo no me atrevía a conducir por la izquierda, él estaba haciendo todos los kilómetros sólo. Él decía estar encantado, pero reconozco que es una paliza. 

Aquella mañana estábamos muy ilusionados, pues íbamos a hacer "skydiving" que traducido significa "bucear el cielo". Efectivamente ¡íbamos a tirarnos de un avión a 4.500 metros de altura! Lo que tardaríamos en pisar el suelo serían apenas 60 segundos así que imaginad la adrenalina que pasaba por nuestros cuerpecitos ¡Indescriptible! 

Fuimos hasta el pueblo de Queenstown y a la oficina de NZone que es con los que teníamos la reserva a las 10 de la mañana para dar el salto de nuestras vidas. Desafortunadamente cancelaron las salidas durante el día por riesgo de lluvias y nos devolvieron el dinero (que por persona la broma sale por unos 270€ al cambio), pero la verdad es que es una experiencia única y que recordaríamos para toda la vida. 

Con la esperanza de que mejorara el tiempo y nos llamaran para salir a hacer Skydiving, nos fuimos a pasear por el pueblo ¡vaya sitio bonito! todo súper pintoresco y auténtico, os dejo algunas fotos.

 

Lo que se ve en la cima es el restaurante donde cenamos la noche anterior y subimos en teleférico





Y como veíamos que no nos llamaban, pues encontramos otra actividad que podíamos hacer y que nos subiera de nuevo la adrenalina. Por lo visto es famoso mundialmente, yo no le veía la gracia antes de subirme pero ¡menuda experiencia! altamente recomendable.

Se trata de una lancha que recorre a toda pastilla el río pasando a milímetros de las montañas y los picos que sobresalen de ella. Los conductores son especializados en esto, y particularmente el nuestro, Mike Cammel, llevaba haciendo conduciendo estas máquinas hasta el límite desde 2004 ¡que habilidad! yo pensaba que en una de las vueltas 360 grados que daba en medio del río con las corrientes que había, nos estampábamos sobre las rocas. A esto hay que añadir que el agua viene de los glaciares, por lo tanto está helada y tiene un color verde precioso. 

Cada uno pagamos unos 80€ al cambio por esta excursión que dura unos 30 minutos, pero teniendo en cuenta que no pudimos hacer la otra, nos mereció mucho la pena ¡Nos encantó! Además compramos las fotos que nos hicieron porque sinceramente fue increíble. Hay dos empresas que hacen esto en Queenstown, pero nosotros elegimos Shotover Jet (Página Web) y quedamos encantados.





Después de este subidón nos fuimos a comer una pizza a un sitio donde son famosas en el mundo entero (o al menos ese es su lema) el sitio se llama Winnies y la verdad es que estaba riquísima (pero 22€ al cambio la pizza grande) y el bar era muy auténtico todo decorado en madera ¡incluso yo me tomé una cerveza (6€)!

Pudimos entrar de nuevo en internet y por fin me confirmaron que tenía visa de turista para volver a Australia, así que ya sin esa preocupación, continuamos nuestras vacaciones. 

Paseamos por Lion´s park, me hice con un nuevo abalorio para mi pulsera de Pandora, esta vez una autocaravana minúscula con las iniciales de Nueva Zelanda… ¡no podía ser más perfecta! Este abalorio era el tercero que añadía a mi pulsera, el primero fue la bola verde de Malasia, luego los libros de Sydney en memoria a mis estudios allí y ahora la autocaravana de nuestro viaje por Nueva Zelanda.



Y para acabar el día condujimos otros 170 kilómetros hasta "Te Anau" y nos fuimos de excursión en barco por el río con el mismo nombre. Era la hora del atardecer y fuimos hasta las cuevas que hay junto al Parque Nacional de Fiordland, que se dice que es de las experiencias más insólitas del planeta en cuanto a cuevas de piedra caliza. A mí personalmente las cuevas en sí, me parecieron impresionantes, tampoco había estado en ningún lugar parecido anteriormente y la forma en que los instructores te guían a oscuras por todo el interior es muy emocionante. Incluso hay una parte dentro de las cuevas que hay que cruzar en barca ¡y no ves nada en ningún momento! 

Al terminar la visita nos explican como se han construído las cuevas y la verdad es que es muy interesante, impresiona. La excursión dura unas dos horas, y sale unos 45€ al cambio, y la verdad que el crucero por el río hasta llegar a las cuevas, ya es muy bonito de hacer. 

Las fotos que pongo son todas mías excepto las del interior de las cuevas, pues no nos dejaron hacer fotos. 





Aquella noche acampamos allí mismo, pues al día siguiente nos dirigíamos a Milford Sound y ya habíamos adelantado algo de camino. Cenamos algo rápido y escribimos una postal con la foto de la lancha para mandarla a California, a los padres de Mike… todo aquello me parecía tan especial… 



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