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En este blog comparto en primera persona cómo fue mi salida de España, qué me llevó a ello y como conseguí llegar a mi primer destino: Las Islas Maldivas. Tras un par de años de idas y venidas, mil aventuras y muchos sentimientos encontrados, mudarme a Australia se convierte en mi siguiente meta. Mi historia de amor y la superación a mí misma me llevan a concluir una maravillosa etapa en Sydney, y tras pasar por Singapur y España comienzo una nueva vida en Shanghai, China.

Esta es mi historia, es mi propia experiencia, y viajar por todo el mundo se ha convertido en mi día a día. En este blog narro viajes, aventuras y los itinerarios que he seguido, siempre elaborados por mi misma. Espero que os guste mi aventura por el mundo... y recuerda: ¡que no te lo cuenten!
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Carnaval y despedida de soltera ¡que buena mezcla!

Volver a Cádiz, a mi tierra, significaba que disfrutaría de nuevo de mis añorados carnavales ¡los mejores del mundo! Donde el postureo no existe si no es para reírse de uno mismo, donde las risas y los buenos ratos están asegurados... y donde en mi caso, los sentimientos me dan una suave sacudida con cada letra escrita por comparsistas y chirigoteros. 



El carnaval que a mi me gusta está en la calle, está impregnado de risas aseguradas y bromas locales que hacen reír a gaditanos y turistas que vienen de todos lados para disfrutar de nuestra fiesta. 
El carnaval que a mi me gusta, me llena de alegría cada vez que tengo la oportunidad de vivirlos de cerca o desde dentro más bien, y como buena carnavalera... ¡este año estaba en mi tierra con ese propósito! 

Fue en carnavales cuando decidimos hacer la despedida de soltera de mi hermana Tamara, ya que faltaba un mes para su gran día. Mi hermana tiene una voz admirable, pero su enorme timidez no nos deja que disfrutemos de su don tanto como nos gustaría, así que decidimos sus amigas y yo, elegir el programa de "LA VOZ" como temática. 


Quedábamos por las noches en el garaje de la mejor amiga de mi hermana, para decorar un carro con sus fotos y frases divertidas. Nos reímos mucho y lo preparamos con mucha ilusión... y aunque fuimos pocas las que estuvimos, lo pasamos en grande. 

Cuando llegó el día, la disfrazamos como una artista, por supuesto con un toque carnavalero. Conjuntamos cosas que no pegaban en absoluto, y ella aunque se moría de la vergüenza, se dejó disfrazar ... cuando vio el carro con sus fotos y supo que la pasearíamos por todo el pueblo haciéndola cantar, eso ya dejó de hacerle gracia.


Por más que la gente le pedía que cantase, mi hermana no había manera que lo hiciera ni mal... así que para eso estábamos las payasas del grupo, que no nos daba vergüenza, y animábamos un poco el tema. Nos tomábamos una cerveza en cada bar al que íbamos, pero ella seguía sin cantar... así que en el carro fuimos hasta el campo de María del Mar, donde teníamos preparado comida y bebida para pasar el día. 



Y al llegar la noche, se unieron los hombres, y más mujeres, haciendo un fin de fiestas súper divertido y en el que por fin conseguimos que mi querida hermana cantara al menos una canción, eso si, con la luz apagada para no ver que la gente la mirábamos. ¡ Así es ella ! Y de ahí seguimos de fiesta hasta casi por la mañana. 



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Ahi te dejo Maldivas ...



Anuncié oficialmente que me marchaba a finales de abril, pues en el resort durante la semana santa no damos a basto con el trabajo y a fin de cuentas yo no tenía ninguna prisa, más que las ganas de irme y tener una vida normal donde poder comer, poder tomarme una coca cola con mis amigos, no tener que cubrirme las rodillas y los hombros para salir de casa, y no estar a 10.000 kilómetros de la persona que amaba mas que a mi vida. 

Fueron días de muchísimo trabajo, después de mi jornada de unas diez horas o a veces más trabajando, me iba a cuidar niños, ya que nuestros clientes en su mayoría viajaba en familia por aquellas fechas debido a las vacaciones del colegio. Estaba agotada física y mentalmente, pero a la vez feliz y muy ilusionada porque antes de llegar a España iba a visitar algunos países del sudeste asiático y Emiratos Árabes... todo estaba en marcha y la cuenta atrás había empezado. 

Lo más duro iba a ser despedirme de Kin, mi jefa, de Iryna mi compañera de piso y amiga y de Karen, mi amiga española. Por supuesto que tengo muchos más amigos en las islas pero ellas tres, junto con Alex, el alemán, significan muchísimo para mí y esta experiencia.


A lo largo de la vida he tenido buenos, muy buenos y jefes verdaderamente sorprendentes... pero tengo que decir que Kin es una de las personas mas trabajadoras que he conocido nunca y de una grandísima calidad humana, inteligente, competente y eficiente donde las haya... a la que siempre, le estaré agradecida por todo lo que ha hecho por mí y he aprendido junto a ella.



Recuerdo cuando llegué al principio como ella me explicaba las cosas casi con mímica porque yo no era capaz de hablar nada de inglés. Ella tuvo una paciencia admirable y capacidad para enseñarme prácticamente todo lo que aquí he aprendido. 
Un enorme GRACIAS le regalo y es para mí un placer haber compartido este tiempo con ella. 



Con Karen desde el principio ha sido como una vía de escape. Ambas nos desahogamos mutuamente y nos contábamos nuestras batallas en el trabajo o a nivel personal casi cada día. Al no trabajar en la misma empresa, siempre teníamos cosas que comentar o criticar de unos o de otros porque al final, trabajamos juntos y nos necesitamos mutuamente. 



Ella es la persona con la que probablemente me haya reído más durante mi estancia aquí, con la que siempre me he sentido cerca y apoyada, a la que quiero muchísimo y a la que considero una de las mejores amistades que he hecho en la vida.


Y de Iryna... podría decir mil cosas o quedarme callada. Una chica dulce, de buen corazón, trabajadora y sensible como una rosa... a la que se puede herir muy fácilmente. Confiada e inocente, lista y prudente. 



Ella también tuvo un papel muy importante en mi aprendizaje con el inglés. Gracias a Iryna disfruté mucho de mi trabajo, entendí cosas absurdas de este país y el tiempo libre que teníamos juntas lo pasábamos compartiendo increíbles momentos que me llevaré siempre conmigo. Sin ninguna duda volveré a reencontrarme con ella y ojalá pudiese enseñarle España y hacer que disfrute de nuestro país y nuestras buenas cosas.

Durante las últimas semanas en Maldivas intenté aprovechar al máximo el tiempo que me quedaba después de trabajar, que era prácticamente nulo. Pero aún pude ir a hacer un crucerito donde buscábamos delfines, que dicho sea de paso, no vi ninguno; visité una de las islas locales donde la mayoría de los maldivos tienen a sus familias y donde realmente pude ver como ellos viven de verdad, donde van al colegio, como cocinan o como barren las calles, y un sinfín de detalles curiosos; hice bastante snórkel; pasé tiempo con mis amigos; y me organicé yo solita un viaje de varias semanas por varios países en el cual viajaría sola y tenía que hacerme una guía con muchos detalles para que no dejar nada en manos de la suerte y que me pillara por sorpresa, lo que podría causarme un disgusto. 

Mi ruta iba a ser salir de Male, la capital de Maldivas, hacia Kuala Lumpur en Malasia; después de unos días allí volar hacia Bangkok y Phuket en Thailandia; Visitar Singapur, donde mi ilusión era ver la piscina infinita más larga y alta del mundo situada en Marina Bay; desde allí volar a Dubai; visitar Abu Dhabi; y aterrizar en mi añorada Madrid a finales de mayo, donde tenía preparada varias bienvenidas a manos de mis amigos y familia. Estaba súper contenta, ilusionadísima y eso era lo que transmitía por cada poro de mi piel. 

Esos días cuando hablaba con mi ex, le propuse hacer el viaje conmigo, pues los hoteles estaban reservados para dos personas siempre y volar dentro del continente es como volar dentro de Europa, es muy barato, los precios son de risa. Lo único que sería un poco más caro sería el vuelo desde España, pero debido a su trabajo me dijo que no podía unirse. No le notaba muy entusiasmado con mi viaje, es obvio que se alegraba por que yo conociera mundo, pero no se, en aquellos días yo lo que notaba es que cualquier cosa que yo hiciera le molestaba. Había algo que no terminaba de encajar, y a lo que yo no le puse demasiada atención porque estaba con la mente en mi viaje y mi vuelta a España. Lo único que se me ocurre añadir, es que en esta vida todo sucede por alguna razón... y la razón de que mi ex no viniese conmigo a hacer ese viaje, a día de hoy ya la he descubierto.

El último día de trabajo, en la reunión que tenemos en mi departamento a las 15:00 cada día, todos estaban con gesto triste, especialmente mi jefa, por no hablar del mío propio. Cuando se trataron los temas que había que tratar, Kin empezó diciendo que aquella era la última reunión para uno de nosotros, y fue cuando todos mis compañeros clavaron sus miradas en mí. Yo no pude evitar bajarla al suelo y llorar como una niña. Estaba nerviosa, tenía muchas emociones encontradas y hasta aquel momento no había sido consciente de la gente que dejaba atrás y de todo lo que aquello había significado para mi. Me habían comprado un libro artesanal donde colocar fotos y mis recuerdos de Maldivas, y cada uno de ellos había escrito un pequeño mensaje. Cuando mi jefa entre lágrimas me dio el turno para que me pudiese despedir, apenas pude darles las gracias a todos y confesarles que les quería muchísimo y que sentía marcharme así pero que probablemente nos volviésemos a ver porque mi historia con Maldivas yo no la sentía acabada. Iryna lloraba muchísimo, nunca la había visto así antes. La abrace y la intenté animar, a lo que se me quejó de no tener apenas fotos conmigo y las dos nos reímos entre llantos. 

Y sin más... con todo listo y las maletas llenas dejé Maldivas a mis espaldas... no sentía que fuese para siempre, pues no estaba 100% de la decisión que había tomado, pero de momento es lo que estaba haciendo y por si acaso, me impregné de su belleza, de sus hermosos paisajes y del azul turquesa de sus aguas. Triste y feliz al mismo tiempo... las islas lloraron conmigo un dulce adiós y yo empezaba mi viaje a la aventura y mi ansiado regreso a España. 


















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Welcome to Maldives... the paradise!


Lo primero era mi familia... Tenía que decirles lo que había pasado, tenía que contarles que mi relación se había acabado, que estaba emocionalmente destrozada y necesitada de estar conmigo misma y hacer cosas por mí y poder levantarme de nuevo. Lo más difícil de explicar iba a ser ¡Donde me iba! Ni siquiera yo sabía ubicar las Islas Maldivas en el mapa, desconocía el idioma que allí se hablaba, como eran sus habitantes, como era la vida en un lugar tan especial... pero me disponía a averiguarlo, y tenía que explicarle todo a mi familia sin preocuparles y asegurarme de que ellos confiaban en mí y en que estaría bien, a pesar de las condiciones en las que me iba, pues no tenía ya nada de ahorros, y mi situación emocional era preocupante.

Compré un billete de avión Madrid-Jerez de la Fra. y llamé a mi madre para decirle que iba a visitarle, le conté de manera superficial lo que había pasado y le pedí que por favor no me hiciera muchas preguntas sobre el tema, porque realmente me afectaba mucho y no estaba lista para hablar de ello. Por supuesto que la preocupé, era inevitable.

Alquilé un trastero a las afueras de Madrid para guardar todas mis cosas, no tenía demasiado tiempo para enviar decenas de cajas a Cádiz, así que opté por la opción más rápida, ya que igualmente pensaba estar unos meses fuera y regresar a España, y probablemente Madrid sería la ciudad que elegiría para volver a empezar de nuevo. Soy una enamorada de Madrid y viví en la capital varios años.

Volé a Jerez casi sin equipaje, apenas estuve allí, no había tiempo. Mi madre me recogió en el aeropuerto y fuimos a cenar a un restaurante en medio de la carretera, a un sitio donde servían comida casera, me gustaba todo, el menú de aquel sitio me parecía inacabable. Mientras cenábamos le planteé la situación, le dije que me iba unos meses, que iba a probar suerte, que iba a un sitio donde me iban a cuidar genial, y que si en algún momento no me encontraba bien o no me gustaba, me volvería en el primer avión. A ella no le gustó la idea. No sabía donde me iba, y como era la gente con la que iba a estar. Al día siguiente fuimos a tomar un café con mis tíos y algunos de mis primos, la cosa se complicaba. Hicieron piña, y yo no tenía todas las respuestas a las preguntas que me hacían... por lo que les pedí su apoyo y su confianza, y yo les prometí cuidarme y estar bien. De ahí pasaron a hacer bromas... ¿qué es una familia gaditana si no hacen bromas? me quedé mirándoles mientras hablaban, en tono alto, típico de mi familia y pensé en cuánto les había echado de menos mientras vivía fuera y lo mucho que les iba a echar de menos en los próximos meses fuera de España.

Fuimos a Sevilla a hacerme controles médicos y a informarme en Sanidad Exterior si necesitaba alguna vacuna o tener algún tipo de prevención para el país al que me iba. No tenían demasiada información acerca de Maldivas, cosa que a mi madre, aún le preocupó más. Debe ser que no es un sitio muy común donde la gente se va a pasar una temporada de su vida. Tenía razón, pero tenía que mantenerla tranquila, así que le dije que tal y como nos habían dicho en la consulta, no necesitaba ninguna prevención, sólo asegurarme de que el agua con el que lavaban los alimentos era tratada y todo iría sobre ruedas.

Decidimos aprovechar las últimas horas juntas de tapas por Sevilla y hacer algunas compras. Había leído que Maldivas era un país musulmán, por lo que tenía que llevar los hombros y las rodillas cubiertos por respeto a su religión. A mi madre eso tampoco le daba mucha tranquilidad, pero aún así eligió conmigo algunos modelitos que incluso compramos por duplicado. Fue una tarde divertida, aprovechamos al máximo el tiempo antes de irme y llegó el momento de la despedida. Mi amiga Myriam vino a recogerme, nos conocemos desde que éramos niñas, y la verdad es que nos sentimos como hermanas. Me despedí de mi madre... la dejé triste y preocupada para ser sincera, pero lo hice lo mejor que pude. Estaba segura que ella me entendía...

Mi amiga y yo nos fuimos a cenar a un sitio típico de la tierra, donde nos reímos un buen rato y devoramos todo aquello que el simpático camarero nos ponía sobre la mesa. Después de unas risas, unas charlas, momentos tristes y como no, un "te deseo lo mejor" nos despedimos en la estación del AVE desde donde saldría hacia Madrid. Recuerdo que empezaron a entrarme las dudas, sentía miedo, no por lo que me iba a encontrar, que para nada me asustaba, pero tenía dudas sobre si estaba haciendo lo correcto o no. Mi corazón era incapaz de dejarme pensar con claridad, mis sentimientos eran tan fuertes y me golpeaban con tanta intensidad, que sentí pánico de estar tirando cualquier esperanza positiva por la ventanilla de un tren de alta velocidad sin opción a ser recuperado.

Tenía que seguir, ya no podía echarme atrás, tenía que hacerlo. Y con una maleta llena de ropa, de bikinis que fueron imposibles de encontrar en medio de un lluvioso Madrid que daba la bienvenida al invierno, y un sin fin de cosas que metes en la maleta pensando en un "por si acaso" me fui al aeropuerto dispuesta a conseguir un cambio, dispuesta a encontrarme a la Sandra que no soy capaz de ni siquiera recordar en que parte del camino se quedó. Fue un viaje larguísimo, de malas conexiones y largas horas de escala en dos aeropuertos. Aproveché para hacer algunas fotos, para leer algo más sobre las islas, y tratar de descansar, cosa que apenas pude conseguir.



En el avión tenía una pequeña pantalla en el asiento de delante desde la que vi varias películas, todas en inglés, por lo que no me enteraba de gran cosa, me pase el trayecto jugando con aquel invento. Volaba con Qatar Airways que justo había sido galardonada como la mejor compañía aérea del mundo, y ¡menudo lujo de aviones!

Al llegar a Male, capital de Maldivas, me dije:
Fuerza, tienes que conseguir lo que te has propuesto y no vale echarse atrás.




Acto seguido, lo que recuerdo es correr al baño de señoras, abrir mi maleta e intentar buscar uno de los vestidos que había elegido con mi madre lo suficientemente adecuado para aquel país pero lo suficientemente fresquito para poder soportar las altas temperaturas de aquel sitio. ¡¡¡Que sensación!!!




En seguida un chico se acercó a mi y me llamó por mi nombre, eso significaba que todo iba bien, alguien me esperaba. Ya lo que dijo después de mi nombre, no lo entendí. Debí parecerle estúpida, pues ahí estaba yo, con un vestido rosa, arrastrando una maleta rosa y con un bolso enorme cargado de trastos también de color rosa!

El trayecto desde el aeropuerto hasta el resort en lancha rápida fue muy emocionante. El agua de color turquesa, la transparencia, el olor, la brisa... ¡me encantaba este lugar! Iba con una pareja con una niña pequeña, ella era colombiana y le hablaba en español a la pequeña, y al marido en inglés. En seguida vi muchísimas cabañas sobre el mar, unidas por un puente de madera que llegaba hasta una isla repleta de palmeras, un verde precioso rodeado de una arena fascinantemente blanca. Habíamos llegado, este sería mi nuevo hogar, y era sencillamente el paraíso. La primera parada fue en un embarcadero donde había cuatro personas, algunas de ellas vestidas de blanco, uno de ellos tocaba un tambor, y todos con una sonrisa entrañable. Hice amago de bajarme del barco pero entonces uno de los miembros de la tripulación me paro y me dijo que esperara. Aquello me extrañó un poco, pero me quedé en el barco y me llevaron a Bushi, la isla donde vivían todos los trabajadores.

Al bajar había un chico local, que me esperaba y me ayudó con la maleta hasta que llegué a la que sería mi habitación. El suelo no estaba asfaltado, todo era arena, aunque no blanca como la de la isla anterior. Todo estaba mucho más descuidado, estaba lleno de gente local que me miraba fijamente y murmuraban entre ellos y hacía un calor tremendo. Sólo quería descansar, el viaje había sido demasiado largo. Magoo Nº2 ese era el letrero de madera que colgaba en la puerta de la que sería mi casa. El chico me abrió la puerta, todo estaba oscuro y por lo que pude ver, había alguien durmiendo en una de las camas. Así que dejamos mi maleta dentro y me fui con el chico a que me enseñara donde estaba cada cosa, así podía ir familiarizándome con todo.

No le entendía absolutamente nada de lo que me contaba, me llevaba por la isla, que nos la recorrimos de punta a punta en apenas cuatro minutos, mientras me explicaba donde estaba cada cosa y los horarios oportunos para comer, para ir a la lavandería y de las oficinas. Lo dicho, no me enteré de nada. Al volver a mi habitación, una chica me paró en la puerta y me hizo un par de preguntas que tampoco supe responder, y le entendí que la que sería mi jefa vendría a visitarme para enseñarme donde iba a trabajar y las instalaciones del resort. La cosa se complicaba por momentos... y yo solo quería dormir.

Ni siquiera deshice la maleta, la deje en la puerta, junto a una estantería llena de sandalias de todos los colores y un tendedero de madera repleto de bikinis. Al entrar vi 3 camas separadas apenas un metro una de la otra, la única que parecía no pertenecer a nadie era la del medio, así que me arriesgué a utilizarla. Ni siquiera me di una ducha, no vi el baño, me tumbé en la cama, cerré los ojos y caí rendida... Después de 24 horas de vuelo ¡por fin había llegado!


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